
Por Marcos Cabrera
Aunque nadie te nota, estás en la oficina a la misma hora de todos los días, ocupas esa silla que odias tanto, adviertes en tu escritorio como se te ha amontonado el trabajo; escuchas en el pasillo los consabidos dramas cotidianos: las quejas por ese maldito aumento que los mezquinos de contabilidad no terminan de asignar, cuál de las de servicio al cliente es el nuevo entretenimiento del gerente, a quién dice el rumor que despedirán en el próximo recorte de personal. También, escuchas al hipócrita de tu supervisor, con lágrimas en los ojos, decirle a tus compañeros que lamenta mucho tu muerte y que sabe que nadie podrá reemplazarte. Su falsedad te genera esa mezcla de náusea y rabia que sus comentarios sobre ti siempre te han causado. Y aunque intentas sujetar su cuello, tienes que aceptar que definitivamente, ya nunca podrás ahorcarlo.

Marcos Cabrera
Poeta, narrador, pintor y educador. Nació en Puerto Plata en 1981. Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) y magister en Lingüística Aplicada a la Enseñanza del Español por la Universidad Tecnológica de Santiago (UTESA). Obtuvo el tercer lugar en el renglón Poesía y una tercera mención en el renglón Cuento en el Certamen Regional para Talleres Literarios (2018). Es miembro del taller literario Ramón Francisco.

Excelente. Es la realidad de la rutina de trabajo
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Muy bueno, Felicidades, se que usted es muy fino en eso. Adelante que llegarás lejos. Bendiciones miles
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